Siempre es agradable hacer cosas nuevas, sobre todo si es para aprender. Bueno, aunque normalmente aprendemos de todo lo nuevo que hacemos, o deberíamos, ¿no?
El primer día que conocimos a Maria Jesús, nos propuso hacer
una visita a una exposición, Liliput, en Madrid. Muy cerca de Quevedo y
Moncloa, se encuentra el Centro Cultural Galileo. Nunca había visitado ese
lugar, pero después de la jornada creo que volveré.
Salimos de clase, felices porque nos ibamos "de
excursión": si es que realmente seguimos siendo como bebés, no hemos
crecido... El caso es que nunca me habían propuesto una salida de este tipo y
de manera tan espontánea- será porque en mi anterior centro no les gustaba
sacarnos a pasear con fines artísticos.
La exposición tiene como nombre , como dije, Liliput,
inspirada en la obra de Los Viajes de Gulliver. La artista refleja en cuadros
de óleo y otros materiales sobre distintos formatos la historia pero, esta vez,
con un rostro femenino. Yo estaba realmente agotada despues de la caminata, el
tren, el madrugón mañanero y más motivos de queja que no venían a cuento. Por
ello, paseé por toda la sala de exposición rápidamente varias veces, sin mirar
realmente lo que estaba viendo, sin entender nada y esperando a que viniera
Maria Jesús para explicármelo. Lo bueno es que, a a cada vuelta, se me iban
abriendo los ojos e iba empezando a observar.
Lo alli expuesto me sugirieron varias ideas sobre lo que
realmente querrian expresar. La mujer, ¿era la propia autora? Me parecía
autobiográfico. Ese rostro, personaje, repetido, con ese vestido de época...
Siempre con una expresividad que me llamaba la atención, al igual que un
entorno realmente alucinante en cuanto al uso del color se refiere.
Lo segundo que se me pasó por la cabeza era que la temática
tenía mucho que ver con el empoderamiento de la mujer en la sociedad. Sí que
tenía un toque de "privacidad", de intimidad, pero me pareció
aplicable al movimiento feminista, siendo algo en lo que he estado
profundizando y experimentando últimamente.
Cuando descubrí que la mujer que me estaba observando
mientras daba vueltas y vueltas por la sala era la autora, me dio un poco de
vergüenza por la actitud que había aparentado tener frente a su obra. Eso sí,
me estremecí al conocer la verdad de esos cuadros, esa trayectoria vital de la
artista, esa etapa cerrada... Todo ello, aprovechado por MªJesús para ejercer
el comisariado de la exposición, con un entorno formidable como resultado.
Conclusión: el hecho de poder compartir la realidad de una
obra con su creadora me pareció fascinante, al igual que darme cuenta de que no
iba mal encaminada con mis teorías de observación. El montaje de la exposición
me ayudó mucho a intuir lo que estaba viendo. Sin duda alguna, recomiendo la
visita.




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